Yo sé que tengo mucho por hilar y deshilar,
recordámelo más tarde por favor…
dejame en este instante
evadirme en la idiotez de tu recuerdo,
sumergirme en el afable vaivén de las quimeras.
Ya sé que estoy perdiendo el tiempo
que es valioso y que jamás regresará,
pero necesito malgastarlo
en el capricho de tu nombre puntiagudo.
Me hace falta disputarme
entre la escena y la evidencia,
en la barbarie de los hechos
que te han forjado un pedestal
absurdo e inmerecido, pero ostentoso…
Tengo a flor de piel el deseo litigante
que sobrevaluó tu amor.
La confianza ciega en la inocencia
de la joven inexperta conjetura,
esa tonta certeza loca de un destino añoso.
El error más refractario de mi mente.
La fortuna de conocerte,
la desgracia de reconocerte
y tu altiva voz
disfrazando la puñalada del no rotundo
con letales letras suavecitas
que desgarran más despacio la ilusión,
que mitigan cada resquicio de optimista al corazón.
De puntillas me acerqué a tu halo hechizador
y guardé la mística para después,
para cuando sea el momento incorrecto otra vez.
De vuelta me alejé sin despedirme,
con el corazón lleno de apuntes
para el grandísimo adiós
que he practicado hasta sangrar.
Para el gran final que trace línea
entre el tiempo de amar y de esperar.
Otra vez me fui diciendo por dentro nunca más,
Dios por favor, nunca más…
Nuevamente perjuré
que sería la última puerta que abriría para verte
que al bajar la vista al suelo
olvidaría recorrerte en los matices
de tus majestuosas cuerdas vocales.
Silenciosamente ahora anhelo decirte
que no te necesito,
sospecho que todo ha sido solo un juego
de didáctica distracción.
Puedo ver los hilos
que ha tejido el maquiavélico destino
y no ha sido todo más que un simulacro muy real.
Pienso que algún día todo esto mutará
en un sentimiento superior
y llegaran esas respuestas
que no supe ni siquiera preguntar,
el atisbo del destino que no existió con vos
y la revolución.