Me fascina la magia de lo abstracto. Lo que és si querés y sino és otra cosa…

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domingo, 10 de marzo de 2013

Ángel malo


(En algún momento…
durante cierta circunstancia especial,
todos conocemos un ángel malo).

Te tomó de la mano
cuando estabas desfalleciendo en el suelo,
te puso en pie de un solo tirón
regresándote al ruedo.

Te restableciste de prisa a su lado,
como si nunca hubieras sabido
de que se compone el dolor.
Como si la palabra melancolía
se hubiera desdibujado
de tu diccionario interior.

Reverdecías feliz en el limbo
volando más alto que nunca,
cuando de pronto para tu asombro
el bendito ángel chasqueó sus dedos junto a tu oído
y sonrió maquiavélicamente de lado.

Caíste más hondo esta vez…
viste con ojos humedecidos
con cuanta soltura
te desterraban del paraíso otra vez.

Volviste a preguntarte porqué,
esta vez con más preocupación,
con esa amargura tan aguda
que te hace sentir ajado el vientre
y gélido el corazón.
Con esa sensación de ridiculez
que casi te provoca  burlarte
de tu mismísima buena fe.

Hecha añicos la autoestima,
el ego yace en el subsuelo.
De nuevo te arriba esa horrenda conjetura
vestida de resignación
que sugiriere que el amor no es para vos.

La audacia y el vigor se desvanecen
decepción tras decepción.
Parece que al  final siempre acabarás luchando
cuerpo a cuerpo con la soledad.

Ya no podés confiar…
desarmarte y entregarte nunca más.
Te encontrás planificando tu libertad espiritual
pero muy en tu interior sabés…
Tu resistencia es endeble,
es muy probable que te vuelvan a tomar el corazón
y que te vuelvas a aferrar
a una pequeña hojita
en medio de la tempestad.

Siempre,
aún cuando se supone que ya no más,
empieza a girar otra vez
la rueda de la mala fortuna,
hasta que alguien tiene que sufrir…
Rogando que otra vez no seas vos.


De pronto te ves de rodillas
en el sótano de tu vida,
luchando contra tu propio reflejo
en la conciencia llorosa de tus ojos espejados.
Sabés que no depende de nadie
que vivas o mueras en tu interior.
Te  pondrás de pie por tus propios medios.


Ese ángel que ahora odiás
una vez te salvó la vida…
Se llevó lo peor  entonces.
Te hizo ligero el dolor
cuando te pesaba hasta el sonido de la voz.
Te tomó la mano y la soltó,
para que justamente ahora…
la pongas vos al mando del timón.