Me fascina la magia de lo abstracto. Lo que és si querés y sino és otra cosa…

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lunes, 22 de enero de 2018

Esquinas



Todas las esquinas se parecen, cada calle es escenario de una novela interminable.

Si te resulta familiar, no es casualidad…Ahí  también se escribió la historia.

Cada rincón, cada momento, cada partícula de oxigeno se compone de nosotros  y así mismo  nosotros estamos hechos de girones de las casas, de veredas y de barrios.

Las historias se entrecruzan y todos somos vecinos de momentos compartidos, de lugares y de aire repetido. De esquinas se componen varias piezas de las almas.

No nos son ajenos los jardines y las plazas. La simbiosis nos acopla. Nos renombra todo el tiempo.  

Somos el bullicio de la tarde  y el silencio de la noche.

El siseo de los vientos y el paso de los tiempos nos despeina a cachetazos. A veces con corrientes cálidas, otras veces con heladas…

Muchos caminos llevan al mismo sitio, parecen diversos pero son otros pasos los mismos. Se dibujan  y desdibujan  tras de vos. Te pierden y  te siguen.

Te acompaña y  te abandona cada cuadra, cada árbol, cada perro callejero, cada gato misterioso encantador…  y esa ave cantarina te enamora, te susurra tardes de niñez.

Vas caminando y siempre parece que vas por tu barrio, aunque te hayas ido del país.

Andás en círculos caminando por la vida y si estás lejos de casa no importa… el mundo la dibuja para vos. 




viernes, 11 de agosto de 2017

Me vestí de palabra


Me vestí de palabra
para envolverte en mis criterios
y allí  en mis dominios
intenté en vano hacerte entender 
el fundamento de todas mis acciones.
No funcionó, hablamos otro idioma.
Nunca funciona.
Te arrancaste letra a letra 
cada frase que te dije.

Te llenaste de silencio. 
Me quedé vacía y muda
en una habitación llena de cuervos;
Derruida, lúgubre, nefasta…
Sé que debo dar vuelta la página
y soltarle la mano a la insistencia,
pero la pasión es necia.

Tengo la boca llena de adjetivos 
y un maldito verbo aun me oprime el corazón.
Me salto otra página, 
una más en blanco, olvidada. 
Para no guardar absurdos,
para que resista la pluma castigada
y por ahora no me saque de este cuento.

Un libro, una puerta


Un libro, una puerta.
La habitación de siempre, aburrida y cotidiana
a veces te sorprende relajada y de entre casa.
Te traslada a otro escenario de la mano de algún genio.
Dejás de ser vos por un rato y tu casa deja de ser casa.
Seguro una certeza se refuta 
y seguro un sentimiento evoluciona.

martes, 30 de mayo de 2017

Espejo


Una habitación ajada de paredes quejumbrosas,
nido de recuerdos escondidos.
Un reflejo esquivo y la mirada prófuga…
El silencio rey, soberano déspota, feroz.

Los ojos cerrados para ver más…
Lo que no asoma a la superficie,
lo que te hace cambiar,
mudarte por dentro a otro lugar.

Sentarte frente a tu pasado y mirarlo con ternura,
besarle la frente y darte la vuelta.
Salir a recorrer los caminos nunca pisados,
como si ahora sí… tuvieras el mapa correcto.

Saber que esta vez sí podés,
que reuniste armas y fuerzas.
Hacer lo preciso y cambiar el reflejo…
Ese que te regaña siempre frente al espejo. 

lunes, 1 de mayo de 2017

Momentos gigantes



Pequeños momentos gigantes…

De introspección compartida en silencios,

de complicidad traducida en gestos.

sábado, 1 de abril de 2017

Escucho el silencio


Cuando se acaba la discusión,
me quedo escuchando el silencio.
Ya nada puede decirse.
No tienen peso las palabras, 
se desgranan en letras calladas;
Como si toda la escena se tradujera en haches.
Observo la calma como un paisaje lúgubre
y la desazón de tu mirada
inunda la habitación
 de una maldita media luz sepia 
que me carcome el corazón.
No quiero mirarte porque me duele,
se me comprime el estómago.
Ningún sonido se reproduce en la atmósfera.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Sé tu propio libro



Viniste al mundo por una razón, aunque no la hayas descubierto aún.

No llegaste por tu cuenta y no debes irte antes de tiempo, sola…
Sin esperar a ver las cosas hermosas que te depara el destino
y  yo sé con firme certeza que van a llegar.
No digo que hay que sentarse a esperar pero si dar lo mejor que puedas de vos a los demás.
Aunque creas que no lo merezca nadie, aunque te molesten todas las personalidades diferentes que hay. Aun así, siempre hay que intentar meterse en la piel del otro y ser amable igual. Recorda cuanto duele que no te comprendan. Empezá vos, como un espejo. 
No importa como se mueve el mundo, nada es tan malo como para renunciar antes de empezar. Sería como tirar una carta antes de leerla, sin siquiera abrirla.
Hasta ahora tu vida es una hoja borrador. Agarrate fuerte a la pluma y empezá a escribir una historia. La verdadera, la que si querrás recordar luego.
Se protagonista, se tu propio libro.
Convertite en el destino que prefieras. Nadie te impide ser feliz.
No desesperes, pronto llegará la epifanía.


sábado, 4 de febrero de 2017

Orillas de Verano



Cuantas historias narrarán tus orillas,
cuantos amores, cuantas familias…
De salitre y azúcar
cada verano se escribe otro libro.


sábado, 31 de diciembre de 2016

Corriendo el tiempo



Corre, corre, corre…
Lo más rápido que puedas,
que no te alcance el tiempo.
No hay nada que perder,
te viene pisando los talones,
como un torbellino desenfrenado.
Viene tras tus pasos,
cortando hojas y hojas de almanaque…
Estrujando tu corazón
con la misma compasión que tiene el viento
por una tierna flor.

Procurá alejarte,
que no te alcance el tiempo…
No permitas que te atrape
y haga girones tus recuerdos.
Ya sabés que no le importa,
arrebatarte  seres queridos,
dejarte sin poder creer, ni comprender
y cambiar continuamente la forma de tus reflejos.

Intentá escabullirte
y si lográs escaparte
no te detengas por nada.
Convertite en tu propio reloj,
que sean tus dedos las agujas
que giran y giran rodeando el mundo.
Personificando inspiraciones 
que nunca, jamás, se desvanecerán.
Forjando infinitos…

sábado, 9 de julio de 2016

Luz plateada


Un chorro de luz plateada
baña  la cerámica de mi habitación.
 Justifica dejar una hoja de cortina abierta
 aunque me aturda el sol mañana.

 No importa…
Lo paga bien el vaivén de las copas de los pinos
mareados con el viento,
borrachos de  luna.

El sonido estridente de las ramas
 castigando el techo de chapa,
hace que cobre sentido el momento.
No solo es ruido, es identidad,
es susurro de conciencia.

La veleta con el gallo del tejado del vecino gira loca,
mientras hojas amarillas se dejan llevar
en un mar de canaletas rebosantes.
Se arremolina el viento entre las ramas de la mora
y el nogal deja caer su herencia sin control.

A la escena se incorporan silenciosos
 los pasitos acolchonados de mi gato.
Se arrima lentamente al ventanal
mientras mira con asombro 
el temporal que ruge afuera.
Se estira, bosteza y se vuelve ronroneado,
regodeándose en su suerte, de nuevo a dormir.
Su expresión de placidez amodorrada
 me hace sonreír. 

Vaga el pájaro cantor, atolondrado,
en busca de una rama 
que sea amable y contundente
para resistir hasta que San Pedro 
esté de nuevo con humor.
Una horqueta del árbol de níspero 
se ofrece de refugio
y allí aguarda por la calma,
 observando atentamente el cielo,
 igual que yo.

Parece un cuadro en movimiento,
con la luz crepuscular perfecta.
Me acurruco para dormitar un poco más,
mientras disfruto la vista.
Hermosa, plateada, ideal…
Arrulla mis sueños la alborada,
me llena de paz.

miércoles, 6 de abril de 2016

Ya ves...


¡Hola, muy buenas a Todos los visitantes!
Esta entrada será diferente a las que acostumbro subir...
Voy a postear un poema como siempre, pero no escrito, sino relatado.
Fue idea de mi hermano guitarrista. Él se ofreció a musicalizar algunos de los poemas de mi libro de Poesía, incorporando también Fotografías mías. Algunas las hice expresamente para esta ocasión y otras ya las tenía. Me pareció buena su idea porque así pude combinar fotos y letras (las dos cosas que más me gustan) en son de expresarme mejor.
Él compuso una melodía instrumental diferente para cada poema, según la sensación que le provocó cada letra.
Este es el primero que realizamos. Espero que les guste la música, las fotos y también la poesía. Aguardaré ansiosa sus comentarios!

Muchas gracias a todos por estar siempre acompañando y guiando... :)


lunes, 21 de marzo de 2016

Horas bajas


A la madrugada los dolores pesan más
y si te pone en pie una pesadilla
todo puede empeorar.

¿Qué quiso decir ese mal sueño?
tratas de descifrar…

La realidad es siniestra
y en tu cabeza se sabe mostrar tal como es,
 sin coraza racional.

A la madrugada el pensamiento varía,
no es el mismo que rige tu vida,
es otro y te advierte
que todo lo que creías
 finalmente, podría ser mentira.

Horas bajas, reflexionas. . .
examinas las secuencias repetidas de la vida,
seleccionas los recuerdos
para no guardar en el arcón
malos momentos.

Los colores son opacos
y hace frio.

sábado, 30 de enero de 2016

Árbol lanza flores


Hay un árbol en la vereda camino al trabajo
que todos los días cuando paso me lanza una santa rita color magenta.
Generalmente la ignoro, pero hoy la acepté.
Me incliné de pasada sin dejar de caminar,
la agarré y terminé de incorporarme con una reverencia
esbozando un pequeño gracias mientras continuaba el paso.

Cuando la ponía en agua se me ocurrió pensar que fue como un sutil mensaje,
que quizá la belleza está flotando en el aire todo el tiempo
y pocas veces le prestamos atención.
¿Cuantas veces lloverá felicidad y la detendremos
con nuestro paraguas de ceguera temporal?

¿Será que lo complejo de la mente
nos prohíbe advertir las pequeñeces que suceden a nuestro alrededor?
Es difícil prestar atención a los detalles,
pero son los fragmentos los que le dan forma al curso de la historia.
O acaso mucho antes de nacer… ¿no fue por ese instante que llegamos antes
en la épica carrera de la vida que hoy estamos aquí?

¿No se desata un desastre garrafal algunas veces
a causa de una pequeña palabra que no supiste decir
o por esa otra que no pudiste callar?
Cada detalle por minúsculo que parezca cuenta.
Lo mejor sucede en un instante, 
ojalá no estemos justo mirando hacia otro lado.

sábado, 25 de julio de 2015

La vida, la muerte, el tiempo efímero y eterno


Es frecuente oír a la gente lamentarse de su edad. Eso me pone un poco incomoda porque me hace notar que el tiempo es un depredador voraz.
Nos consume a todos a su paso y prosigue.
Siempre pienso al ver los niños, los adolescentes, los adultos y los abuelos también. Pienso en todos los grupos de edad de hoy día y en cien años más adelante por decir algún numero, y me doy cuenta que para ese entonces todos estarán igual de muertos.
El abuelo y el niñito también. ¿Y que es un siglo contemplándolo en la inmensidad del tiempo?… absolutamente nada.

A veces siento que es en vano todo mi esfuerzo. Sé que me voy a ir tarde o temprano. Que soy como una circunstancia, con un principio y un fin, incierto pero certero.
No sé cuando voy a partir pero sé que lo haré indefectiblemente.
Entonces escribo para dejar algo de mí. Hago fotos para dejar buenas imágenes, impactos...
¿Para quienes? Para otros mortales como yo.
Con fechas inciertas de caducidad, que tarde o temprano, igual que todos sucumbirán ante la muerte...hasta la nada ¿o hasta donde?

Adonde irán a  parar esas personas, yo, todos nosotros…
¿Nos vamos a encontrar en algún sitio, en otros tiempos?
¿Entre medio cuantas cosas pasaran, de que forma mutaran nuestros espíritus?
¿Habrá un lugar común para reunirse con las personas que vivieron durante diferentes periodos?
Podrá acercárseme alguna vez alguien que vivió, cien , doscientos, trecientos, o los años que fueran… después que yo a felicitarme por alguno de mis logros? a decirme que le llegó una de mis imágenes, que le sirvieron las palabras que dejé volando por la Web, que le inspiró mi vida?
¿Podré acercarme yo hasta algún personaje de antaño para agradecerle por sus ejemplos y su legado?
O será que explotará el mundo antes y no quedará vestigio de lo que fui. De lo que fueron los otros, de lo que fuimos todos…

Me enloquece ver todas las cosas que pasaron antes de que si quiera yo naciera, o mis padres, o los padres de mis padres. Me cuesta entender que yo no estaba en ningún sitio, que era espacio.

Me aterra el ciclismo del tiempo.
Me siento terriblemente insignificante ante la eternidad.
En todos los años que pasaron, de los que hay registros, vi de que forma evolucionamos, poco a poco, a fuerza de mentes hábiles y corazones fuertes.
Vi volar muchos personajes importantes, incontables mortales que dejaron hazañas increíbles.
¿Aquellos que murieron luchando por una buena causa por ejemplo, habrán podido ver o saber cuanto valió la pena y en que se convirtieron sus esfuerzos?

No sé donde realmente donde comienza la historia que conozco y toda la que desconozco.
De cuantos seres grandiosos no habrá vestigio alguno de sus existencias en los registros que tenemos. ¿Que pensarían ellos ahora si vieran que todo el mundo ignora sus sacrificios y contribuciones?
Por mi pasión por las letras leo mayormente biografías de antiguos escritores y trato de situarme en esas épocas lejanas y resulta que no es tan diferente, puedo inclusive identificarme a pesar de lo diferente que era la forma de vivir en ese entonces, porque los rasgos humanos son siempre los mismos.

Somos tantos los que vamos, que venimos… que nacemos, que morimos…
No entiendo cual es el propósito de este desfile interminable de almas.

No lo entiendo y nada me conforma en verdad… porque si me dijeran que puedo vivir eternamente tampoco lo comprendería.
Si la gente viviera eternamente no habría nacimientos. ¿Porque sino cuantos seriamos sobre la faz de la tierra? Se acabaría el espacio físico, al menos el de la vida como la conocemos, acá en la tierra.
Tal vez aunque me cueste muchísimo entender, muy adentro de mí tengo un pequeño chip que viene de fabrica, que me dice que el ciclo es como es, que es correcto y que algún día, al terminar de madurar lo voy a comprender y aceptar.

Mientras tanto, hoy día, mientras soy joven, me aterra envejecer.
Como el pimpollo que luego es flor hasta que se marchita.
Supongo que será así para lograr aceptar que se aproxima el final.
Aparentemente no alcanza la madurez emocional, de alguna forma tienen que hacerte notar que ya no sirve el envase, para que aceptes que no podrás conservarlo por siempre. Tendrás que entregarlo un día, como un equipo en comodato y lo que asusta más aún que desprendernos de todo lo que conocemos, no es el cambio propiamente dicho, sino el temor a formar parte de la nada misma…

Es complicado comprender el universo, el  origen de los tiempos, las otras especies, el resto de los animales, el lugar que ocupamos nosotros en ese diminuto punto azul que moramos, donde nos sentimos soberanos aún sabiendo que hay incalculables territorios inexplorados donde muy probablemente habiten desconocidas animas de las que nos separan años luz y evolución.
Eventualmente si se va un ser muy querido pondrías sentir deseos de reunirte en ese otro plano con él. Pero no estás seguro de que eso sea posible, por que en lo tangible, hasta donde se ve, esa persona simplemente se esfumó, no sabemos fehacientemente otra cosa, solo se sabe que desapareció.
Y si no es posible la reunión quizá te conforme saber que tarde o temprano correrás la misma suerte, la misma que todo el mundo. En definitiva, supuestamente, vamos todos a donde no sabemos, pero vamos todos al mismo lugar y nos une ese destino común.
Tal vez ya vivimos otras vidas anteriormente y llegamos a ésta con el disco duro formateado. Si así fuera no sé de que sirvió todo lo que vivimos antes, si no podemos recordarlo… O será que queda como una pequeña parte de todo, la más relevante en nuestra memoria ROM inconsciente. En esos pequeños rasgos que tendemos a ignorar, que llamamos percepciones.

Por otro lado en contrapunto, hay valores humanos que importan más que la propia vida. La propia vida que teóricamente, es lo único que tenemos. Al menos es lo único cierto que sabemos que tenemos y  pese a esto hay sentimientos que trascienden esta certeza.
  En determinadas circunstancias podríamos decidir arriesgarnos a perder esta única cosa que supuestamente tenemos por un sentimiento. Porque aún más importante que permanecer en este plano es el amor, porque por amor a alguien podríamos preferir marcharnos.
En un siniestro por ejemplo, por salvar a alguien podríamos arriesgarnos a lanzarnos a la nada misma, a desparecer, aunque este alguien no se tratase precisamente de un ser querido, podría ser inclusive un desconocido y no estaríamos actuando entonces en post del amor sino en post del sentido común, o de la empatía, no sé como llamarlo, tal vez amor al prójimo. Seriamos capaces de arriesgarlo todo por salvar a alguien que no comparte ningún lazo afectivo con nosotros y que no sabemos  siquiera quien es.
Pero sabemos que es el ser querido de alguien más y nos idéntica este rasgo humano, nos ponemos sus zapatos, porque todos somos un poco de cada uno, somos el otro.
No podemos ver morir a alguien sin enloquecer un poco. Sin dimensionar nuestra propia y absurda fragilidad. Lo efímero de nuestra humanidad.
Nuestros cuerpos son un increíble diseño pero están programados para subsistir determinado tiempo. Además son vulnerables a durar  mucho menos si sufren algún daño. Esto nos deja con la incertidumbre de no saber con cuanto tiempo contamos para alcanzar nuestras metas.

Cuanta relevancia tiene lo que tildamos de absurdo
y cuan absurdo es lo que creemos importante.
En que principio se basan nuestras convicciones más erróneas

Quien nos hizo creer que es importante lo que evidentemente no lo es…, porque nos creímos tantos cuentos y hasta los interpretamos como si viviéramos sobre un gigantesco escenario, improvisando, siempre. 

sábado, 9 de mayo de 2015

Yendo en colectivo


Viajar regularmente en colectivo supone una serie de desventajas que uno asume de antemano y se predispone a tolerar.
Como el hecho de verlo irse muchas veces, un segundo antes de llegar a la parada y correr inútilmente sabiendo que el copado del chofer no te va a tener piedad.
No te va a esperar… aunque te vea descuajeringada correr, con una mano haciendo señas de todo tipo y con la otra dentro de la cartera, tratando de encontrar la sube a fuerza de palpar formas entre todos los objetos innecesarios que siempre cargás.
Que vergüenza… quedarte en la vereda balbuceando un rosario de buenos augurios para el chofer, mientras te miran todas las filas de las paradas contiguas.
Puedo soportar todo eso y también que el próximo colectivo pase lleno y no me pare. Que no frene aunque me vea en medio de la calle, flameando como un pañuelo la sube que al fin logré encontrar. Ver como estaciona un poco más adelante de la parada, solo para bajar gente y rápidamente arrancar.
Puedo esperar media hora más, para luego subir a un colectivo hacinado y viajar dos cuadras colgada del último escalón. Hasta que el chofer se avive y les grite a los pasajeros que van delante: -¡Un pasito para atrás por favor! ...¡en el fondo hay lugar!-
Luego extender el brazo para sacar boleto sin poder ver bien donde está el lector, (que según el colectivo te lo van cambiando de lugar) y darle con la sube en medio de la cara a la señora que está tratando de bajar en la próxima parada, mientras piso un poquito a la embarazada que va sentada adelante de todo.
Puedo disculparme veinte veces mientras intento aproximarme un poco al fondo.
Casi siempre logro llegar hasta la mitad y acomodarme por ahí, a fuerza de solicitar algunos permisos y propinar algún que otro empujoncito.
En cierto momento del trayecto, pasamos por la zona de colegios, donde bajan muchos estudiantes. Esto merma bastante la algarabía. Se acaban las carcajadas y las disparatadas conversaciones que te hacen involuntariamente sonreír.
Pero antes de descender te dejan un recuerdo de pines estampados, te embisten con sus gigantescas mochilas que parecen estar cargada de adoquines sin remordimiento alguno, no les incomoda en absoluto, no mirarán atrás y no se las quitarán por nada de sus espaldas mientras atraviesen el estrecho pasillo hasta la puerta trasera.
Aguanto todo… pero hay una circunstancia en particular que me molesta mucho más que todas las demás.
Cuando al fin empieza a decender más y más gente y comienzo a sentirme una sardina un poco mas holgada y feliz, me predispongo a conseguir asiento y presto atención a los que se desocupan cerca de mí.
Empiezan a quedar huecos poco a poco, se liberan los asientos de las ventanillas.
¡Perfecto! pero aquí me enfrento a otro problema. Se trata de una clase de egoístas pasajeros que no logro tolerar… Son los garcas del pasillo.
Esa gente que se sienta en el asiento doble del lado del pasillo, te ve parada ahí, esperando poder al fin sentarte  y te mira como si fueras una ilusión óptica.
Vos estás viendo que el asiento de la ventanilla está liberado, mirás a la persona que esta sentada muy oronda y le decís con los ojos que se corra por favor… pero eso no sucede. Entonces no te queda más remedio que pedir permiso de pasar.
Esperando por supuesto que la persona deslice su trasero hasta la ventanilla, es algo muy simple, no creo que sea mucho pedir… pero no. Solo se voltea de costado, despejando aproximadamente diez centímetros para que puedas pasar. Entonces no queda otra… hay que hacer una postura de arte marcial, pararse en una pierna y sostenerse haciendo equilibrio con la cartera, la campera y Dios te ayude si traes bolsas de compras o mas cosas en las manos.
Yo realmente no lamento si ocasionalmente pego algún que otro codazo sin querer.
Y si tu recorrido termina antes que el de esta persona… otra vez la odisea, porque obviamente no piensa levantarse y dejarte pasar.
No entiendo porque... pero no importa, por suerte eso fue lo último. Ya me toca bajar.

sábado, 16 de agosto de 2014

Un momento feliz, un pequeño tesoro salvado



Entre un manojo de olvidos
brilla un pequeño recuerdo
igual que una estrella rota.

¿Cómo es que puede sobrevivir
un momento feliz
al guadañazo de los años
que va cortando hojas y hojas de almanaques?

¿Cómo pudo conservarse inmaculada una sensación,
después de todo el lodo que corrió bajo mis pies,
después de todo el cielo que se abrió sobre mi piel?

Como si fuera una foto en movimiento,
la memoria  narra ese momento,
con aires de gala de cine.
Incluso lo musicaliza
y deja oír fragmentos
de los diálogos importantes.

Pero aun más que el recuerdo en si
con todo su detalle minucioso,
recuerdo la sensación interna.
Mi tierna percepción adolescente,
como me preparaba para salir al ruedo
y como el mundo parecía un escenario diferente.

Acaricio con cariño ese recuerdo
que revive una canción cada vez que suena,
aunque involucre a una persona que hoy por hoy
no tiene ninguna relevancia en mi vida.

Igual que una estrella extinta,
solo reluce su aura en el cielo,
pero aun así… siempre es grato verla.
Conservo ese suspiro de antaño
como un pequeño tesoro.

viernes, 25 de julio de 2014

El color del camino



El gris de la ciudad,
el tiempo escaso…
En ocasiones nos encontramos tan inmersos
en el trajín de la vida
que nos perdemos de disfrutar todo aquello
por lo que justamente estamos atareados.

Parece que todos los días son lunes…
Nos llenamos de obligaciones
para finalmente complacernos
y hacernos la vida mas grata,
pero nos quedamos en el esfuerzo
y en el trabajo.
Cobramos estipendios en una moneda
que verdaderamente no vale nada.

Somos tan exigentes con nosotros
que nos regañamos mucho
y nos felicitamos poco…
por nuestros grandes logros,
por la evolución,
por todo eso que llegamos a ser.
Por lo que crecimos y compartimos,
por todo lo que aprendimos
a fuerza de tantos golpes…

Nos acostumbramos tanto a lo oscuro
que hasta para soñar
nos ponemos un limite, un tope.
Soñamos también en base
a nuestra lógica descabellada
de racionarlo todo…
como si nunca fuéramos a morir,
como si pudiéramos llevarnos
algo tangible en los bolsillos.

Hoy quiero desatarme de estructuras,
quiero soñar que todo es
como lo deseo en el corazón,
no como indica mi mente.

Quiero ver todo con estos ojos
de los colores más intensos,
los que me gustan,
¡los que yo quiero!
y caminar
hasta que se me quite el fastidio de la rutina,
hasta que se me caigan los malos gestos,
la apatía.
Hasta que se me impregnen los pies
de la suave brisa
y la calma del día.

Que la energía más alta y el color mas intenso
maticen mis pasos,
que se tiña de calidez el ambiente
en donde me encuentre
y se marque a fuego
como un tatuaje de gamas estrepitosas
el color del camino…

Sé que de mí depende
que si yo quiero…
todos los días son viernes.